viernes, 9 de abril de 2010

Líquida

La frente se nos arruga a la misma velocidad que un niño rompe a llorar.
Y nos sentimos culpables de no frotarnos el llanto por los tanatorios.
Un cuerpo dejado en la bañera y el jabón me deja un sabor a limpio y tardío.
Aprieta fuerte mi mano, no dejes que de sus yemas surjan clausulas de invierno.
No dejes que de mis poros se derrame el ruido de las ambulancias.
No dejes que la noche, nos impregne de moscas el sueño o la boca.
Y es así, y no de otra manera la vida sobre el agua.

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