viernes, 9 de abril de 2010

Septiembre

Me gusta septiembre, porque tu lengua aplasta la mía,
como un látigo de brisa rosada.
Me gustan las hojas caídas a nuestros pies
crujiendo como huesos rubios de animales enfermos,
y corremos mucho, más que el llanto de los cipreses.
Más que la tarde que se limpia las babas contra sus copas,
y tu y yo, estamos aún aquí abrazados en medio del otoño
protegidos por los árboles que zarandean sobre nuestras cabezas
su esqueleto amarillo
Abrazados en medio del otoño, como dos idiotas mirando llover.

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