sábado, 18 de diciembre de 2010

Afiliación

Busco afiliarme a tus labios,
a la conclusión que sólo dejan los abrazos.
Monarquía y constitución del amor y de los besos.
Busco la afiliación de la tormenta y el deseo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Silvestre

Ahuyentarme del canibalismo de la materia... voltear el mundo, descubrir que soy raíz, nacer por los pies, esperar la lluvia como alimento, ver un fonema cayendo de unos labios mucho antes de ser palabra o beso.

sábado, 23 de octubre de 2010

Revolución o pérdida.

Restaurar la vida en los campos nublados
y en los cementerios públicos,
alimentar el roce de los estorninos
con la atmósfera para seguir respirando,
ver desangrarse la tarde
por un cabello incandescente de mujer callada.

Pero todo deja de tener importancia,
cuando la teoría de la supervivencia
rompe la barrera del silencio,
y se convierte en la astucia de un soldado koreano
a punto de violar un jardín de amapolas silvestres,
la ropa íntima en un baúl entre juguetes rotos
o una revolución perdida,
y la misericordia del mundo
pudriéndose en la mirada de un niño
que dejó de sonreír hace ya mucho tiempo.

martes, 12 de octubre de 2010

Ciudad estéril

La máquina recorre el camino de la sangre,
la lluvia recorre el camino de la sangre,
el obrero recorre el camino de la sangre,
la ceguera recorre el camino de la sangre,
el pálpito de la tormenta,
la claridad que deja detrás el estallido
una mina,
la luz,
un foco,
cada día mueres y naces
antes de recorrer el camino de la sangre
la de una ciudad completamente estéril.

lunes, 23 de agosto de 2010

Llorar a lágrima viva

Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.

Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.


Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.

Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!


Oliverio Girondo

lunes, 16 de agosto de 2010

Dios

Más allá del ruido existe un mundo de seres anónimos dispuestos al amor y por el amor,
los buscas, los encuentras, los seduces, los odias, los amas y los matas.

viernes, 4 de junio de 2010

Nocturno

El hombre verde nada y huye,
se esconde y desaparece,
la maleza lo arropa,
con su abrigo de ramas mira su mundo
que es ahora el pálpito de una cerilla
el sonido nocturno del bosque
un glosario absurdo que sólo resuelve el significado nocturno,
grito o carencia.

jueves, 29 de abril de 2010

Necesidad

Puedo mirar tus fotos con la delicadeza que sólo la noche puede ejercer sobre una llama, puedo describir todas tus palabras, dibujarlas en papel "couché" para finalmente descubrir que la realidad convierte cada dibujo en siluetas de ceniza.

martes, 27 de abril de 2010

Vías muertas


Siente o completa el abrazo y el beso,
cuenta las horas como noches o como días,
reúnete con mi silencio,
que es el nuestro y la perfecta herida,
mira la piel de esta ciudad nocturna,
el alma de sus luces ya extinguidas
y como el humo de esa fábrica redibuja la espina dorsal de la costa,
donde vías muertas guían un tren llamado "incertidumbre".

domingo, 25 de abril de 2010

En la calle

Quizá allá fuera faltan más abrazos suicidas,
y que la humanidad se lance a un temerario montículo de besos,
y así esperar la muerte vestido con un traje de felicidad y una sonrisa pagana.

Quizá también me falte ser un canibal de amor y de vida.
aprender a caer,
quebrarme el alma,
recomponerme.

Resurrección.

martes, 20 de abril de 2010

Mañana

Está en tus labios,
en el estado común de besarnos,
no digo más de lo que siento,
hasta mañana.

domingo, 11 de abril de 2010

Nuestra vida


Nuestra vida era un puñado de besos,
y unas pocas fotografías,
y ahora que soy incapaz de escribir dos palabras,
escribo una que complete el significado de tanto invierno.
"aflicción".

En este instante

Aquí en el mismo lugar donde nadie es partidario de nada,
donde los castillos de arena se derrumban,
donde soy ese semidiós antiguo de paisajes desolados.
Aquí donde las fotografías veladas son el mejor recuerdo de nuestra vida.

viernes, 9 de abril de 2010

Sacudida


La palabra se dilata y se contrae,
coge y toma gestos de borracho en octavo día.
La palabra es congénita y brama por mis rodillas
contrastes de lienzo y saliva.
El parpadeo genital nunca se concibe en el verso que no escribo ni siento.
La palabra arde como tu senos en agosto,
es así sencillo y sucio.
Yo te miro a los ojos,
y tu me esperas desde los alvéolos de tu respiración.

Líquida

La frente se nos arruga a la misma velocidad que un niño rompe a llorar.
Y nos sentimos culpables de no frotarnos el llanto por los tanatorios.
Un cuerpo dejado en la bañera y el jabón me deja un sabor a limpio y tardío.
Aprieta fuerte mi mano, no dejes que de sus yemas surjan clausulas de invierno.
No dejes que de mis poros se derrame el ruido de las ambulancias.
No dejes que la noche, nos impregne de moscas el sueño o la boca.
Y es así, y no de otra manera la vida sobre el agua.

Atmósfera


Yo soy de la materia como tu eres ahora de la fibra de mis sueños,
pero tu rastro de piedra me dejó sombras en la nuca,
después que el odio de una jabalina atravesase la piel más cruda,
en un lunar táctico indispensable, un pirsing de temor.
Estoy jodido y destrozado a más o menos 100 metros
sobre el nivel del mar,
donde copulan las linternas de leche y beben del acantilado gargantas agrietadas.
Y me enfrento a la marejada ambar,
marejada azul, marejada dueña de mis huesos.
Pero aún así alguien que está dentro de mi vive,
aunque se lamente de su heroicidad encapsulada.
Supermanes de cobre y piel muerta sobre mis vísceras de cal.

Mientras el agua cae

Yo tengo un sueño y tú duermes.
Me levanto de la cama y preparo la ducha.
Mientras el agua cae recojo las horas,
las miento y las desmiento y regreso a ti.
Segundos más tarde entro por un espejo pequeño
que son tus ojos antes de despertar.
Me filtro silenciosamente con el aire que dilata tus pupilas.
Y tu nariz se enfría por recorridos de invierno.
Suena por tercera vez el despertador.
Seguimos abrazados y el mundo
se desparrama por las rendijas de la persiana.
Despierto definitivamente y real,
muero en tus labios y en la carne que tiembla.
Cuando sólo las palabras desordenan nuestras leguas.

AmarGamor

Amargamor para los cultivadores del llanto.
Amargamor para la nitidez de los contrarios.
Amargamor toda la verdad cariño verde,
toda la virilidad del metal en los ojos.
Yo tengo un ruido sin cumbre y sin eco.
Caída libre para los desbordados,
y para los náufragos británicos
té con leche de almendra, amarga, amor.

Todo era amor

Era la mañana de las amapolas y la polinización de los cerezos.
El amor se respiraba por episodios fingidos,
a pesar de todo, todo era amor.
En las ventanas y en los parques,
amor lésbico y ritual, amor de carne, amor tensado,
amor decidido, amor lluvioso, frágil amor,
nuestro amor muerto.
En el sur están tus piernas hundidas y cálidas.
En el norte recojo el maquillaje desprendido de tus ojos.
En el este un icono de mujer hiere mi costado derecho,
y atraviesa ese flujo de furia que nada a veces en los hombros.
Y todo, absolutamente todo, era amor en el oeste.

One - uno

Mi sombra tramada a puntos, como circulares girasoles
de metralla nocturna en una puerta palestina.
Quiere esperar la muerte de las altas palmeras,
por un ruido dejado y abnóstico.
Tranquila combustión de los objetos
que descomponen los sistemas alineados en Noviembre.
Toda una generación absurda y omitida,
como un perro de patas amputadas,
con un dolor rasurado a máquina eléctrica.
Alma solidificada por razones y distancia fingida.
Quiero dejar aquellas naranjas de fuego,
a una caldera próxima de un tren que no me subo,
y que nos ofrece el estrépito que mata levemente,
que hiere los sueños púdicos,
en la oscilación de un chico con piernas heridas y restos de primavera,
un reflejo de costumbres en un cubo de lata,
la vida se agría en el dolor de un fósforo de sangre seca.

Micronesia

Yo he estado en Micronesia
estúpida botella cambiante,
donde un voyeur cuadrado escapa de un bar pequeño,
y las agendas de playa se ríen de los conejos guerreros,
Su puerto escucha a los solteros de Jerseys templados,
en un sombrío orgasmo que viaja por un corredor de tinta.
Francia bebe de las cartas lloronas,
y un anciano paciente crece como un limón en Marruecos.
Después un ciudadano ornitorrinco siente el añil sucio de los lagos.
El remedio era entonces una mosca con ojos de ranura dormida.
Un sueño de nitrato en habitaciones algo empapeladas.

La extinguida Primavera de Wendy Darling


Cuando Wendy llegó a su primavera,
ya era tarde,
demasiado tarde.
Las calles mantenían desde hacía días,
el color rubio de la desesperación.
Una permanente muerte de objetos en otoño.
El tabaco se vendía sólo en los estancos,
y el amor era un acertijo de farolas nocturnas y muerte.
Cuando llegó a casa,
tenía nudos de sal en la garganta,
y el bronce que siempre mantuvo en sus manos,
se había propagado por todo su cuerpo en silencio.
Le quedaba poco tiempo.
Ya todos intuíamos sus acelerados pronósticos,
sus ojos casi descolgados exageradamente,
sus mensajes de móvil sin contestar,
y el disco de Björk sonando insaciablemente en el tocadiscos.

Todos estos signos florecían evidenciando
la ebriedad del alma de Wendy, y que nunca escondió.

Después, horas más tarde, su muerte,
perfilada por platos apilados y sucios,
y la única luz de la nevera,
iluminando delicadamente la cerámica de sus pómulos.
Un fétido olor a gas butano nos alejó de ella,
y se nos engancho a los pulmones,
para nunca más respirar su primavera.
Peter Pan nunca supo la certeza que escondía la cocina,
y lloró la muerte de Wendy, toda su infancia, desesperadamente.

Niños blandos

La noche de los relámpagos lunares,
tu mecías nuestro niño,
mientras caminábamos celestes por cloacas color césped.
De deshechos humanos y libros censurados.
Isabel nunca supo inyectarse la prosa de mi sangre.
Canta y grita con lengua extranjera y acentos ultramarinos,
donde los niños balanceados por el caucho de los neumáticos,
juegan a morderse los corazones.
Ando despacio, muchas veces, des-pa-cio.
El miedo intenta aligerar mis pies,
por la angustia de vencer las verticalidad del alambre
y las crudas escamas del muro.
Al otro lado, suena una canción de códigos rosados
Yo quiero vivir intensamente en la boca del estómago de Julie Andrews.
Yo quiero destrozarme el lagrimal.
No, no quiero reír la ausencia de los acordes en Noviembre.

Signos


Mi vida son dos trazos,
El primero es igual que un arañazo,
atravesando comedidamente mi cara.
Visible invisible en inciertas circunstancias.
El segundo esta muy adentro,
propagandose por mi sangre tibia,
y sin embargo sin pálpitos ni cromatismo.
Es un trazo lineal, afilado.
No muestra signos de identidad.
Solo consigue atorar mi sangre, en las heridas de mis muñecas.
Yo tengo una extensión de mi
detrás
Al otro lado,
digeriendo mariposas flotantes,
cuerpos con extensión de primavera.
Sueños que culminan con el beso de Norma Jeane.

Atletas


Era tan fácil, el futuro era nuestro,
o mío, que es lo mismo que decir mutuo o tuyo.
Mayúscula o minúscula,
oxígeno o sed,
refugio o playa,
horizonte, navaja,
magenta o sangre.
Total lo que buscábamos,
no era otra cosa que una tenue sombra,
en la que poder cobijarnos.
Para morir deshabitados de horizonte o de sed.
En sólo un sencillo golpe,
en el diafragma o en el pecho.
Para así correr después por la calle al descubierto
y buscar juntos una alfombra de arcos,
que alcanzara tranquilamente el crepúsculo.
Nuestro crepúsculo, que no es otra cosa
que un crimen granate y perfilado.
Sombra fija de un paisaje de Atletas,
con músculos de bóveda y de pies agrietados por el tartán impuesto,
de sus pasos medidos y justos.
En una ciudad por la que huir de los tanatorios de luna,
y de los inmuebles con pecho dorado,
de los refugios nucleares y de iglesias con dolores peritonales,
de gargantas rancias y semen despoblado,
de mujeres sin rostro que aprendieron a amar,
hombres con cuello y sexo de diamante,
de pancartas electorales y de abortos velados de amor.

Salir corriendo de un acorde magenta,
como si de la vida pendiera una promesa,
y de su perfil colgara este poema.

Días de Flan

En ciertas circunstancias.
-Por ejemplo-
Cuando yo estoy muy abajo
y tú me relampageas con tus pupilas conventuales,
Cuando compras pan y yo canto decadentemente.
En los motivos extraños con los cuales nos eliminan
en cualquier concurso de la 2.
Y tú lloras mediáticamente y a medida,
y yo soy un suicida en serie ilustrando mi muerte una vez y otra,
Y te acoges al mundo silenciada y pura,
y yo cocino para ti...
...exquisitos días de flan.

Long Play. amor en dos tiempos

Solo esta noche, mi herida de velcro se abrió irremediablemente ante ti.
Cuando tus ojos se acercaron a mi vientre,
y tus labios dieron su conformidad de señales aéreas.

Amor,
me he tomado una cerveza sólo para poder pensar en ti,
cruzando por la luz negra del local, como un láser sincero
que atraviesa todos los órganos de este historial de cuerpos.
Está amaneciendo y no dejo de emularte en todos tus movimientos pélvicos,
y tus pies recorriendo por la sala de mis muslos silenciosamente.

El amor es una canción escrita en el verano del 89.
despierto.
Un periscopio se lanza sobre mi peligrosamente,
mientras nado hacia la costa,
y tu juegas con la arena a construir nuestra casa.

Septiembre

Me gusta septiembre, porque tu lengua aplasta la mía,
como un látigo de brisa rosada.
Me gustan las hojas caídas a nuestros pies
crujiendo como huesos rubios de animales enfermos,
y corremos mucho, más que el llanto de los cipreses.
Más que la tarde que se limpia las babas contra sus copas,
y tu y yo, estamos aún aquí abrazados en medio del otoño
protegidos por los árboles que zarandean sobre nuestras cabezas
su esqueleto amarillo
Abrazados en medio del otoño, como dos idiotas mirando llover.

Desde la Casita blanca al otro pueblo

De la casita blanca al otro pueblo,
Boomer corría con el aliento de un galgo en el hocico,
persiguiéndonos fiel como la sed que nos oprimía el pescuezo.
Los frenos de mi antigua bicicleta gritaban siempre mi llegada.
Beber del pozo, era como penetrarse un deshielo en los pulmones.

Disparos a contraluz

Era tarde y todos temíamos la mediocridad de la luz.
Raquel odiaba los papeles pintados y sus mil rostros,
Ruth no decía nada su voz era de vela.
Y yo nunca dejé de contar estrellas.
Mi tio me enseñó todos los seres que pueden asistir
cuando llega la noche y el jabalí gruñe plateado.

Una encina, una cuerda y la historia

Lanzaremos los muslos, la carne, los ojos con mucha fuerza.
Todos deseamos llegar más lejos mucho más.
La cuerda se arrecia en las manos blandas
y mi piel se llena de hebras y de trigo solar.
Mañana colgaré la cuerda de la encina
a la vuelta de la casita blanca.
La altura no me fustrará los planes vuelo.
Raquel ríe con la tarde y la noche.
Yo miro la higuera que sombrea su pelo.

El campo de tenis y el agua verde

Después nos traerán la merienda,
Ahora mientras unos juegan en la piscina verde.
-¿En la grande o en la pequeña?
Otros arañan un juego de palas
en el campo de cemento.
Javier no paró de disparar a los pájaros,
nunca acertó a ninguno
y Carlos le persigue con su juego favorito.
Después de la merienda...
Hemos encontrado un ave ahogada en la piscina,
los niños lloran su juventud.
Aprenderé a nadar con los manguitos,
y rezo en medio de todo,
por que el flotador nunca falle.

Cuando éramos otros

Ya terminé de contar las piedras y las uvas.
Dijo a su hermana mientras se limpiaba el pantalón
y las manos de arcilla roja.
Ahora te toca cantar la canción que me prometiste.
El campo ardía mientras
miraban el espectáculo de ver llegar la noche
gemelas miradas que alargaban la tarde
y pulverizaban el tiempo.
Susurró al oído el viento,
acompañado de una voz conocida
las parras y el trigo próximos.
Mientras cumplimentaban sílaba a sílaba el juego
se deslizaban alegres por sus recuerdos en bicicleta.

6:30 hs

Enciendo la radio,
el día tiene un color especialmente amarillo,
el café está listo,
una cuña publicitaria llega a mi nariz
y sangra como una metamorfosis de luz que se cuela por la ventana,
un silbido de cafetera culmina en el vértice de un no silencio.
Despiertas con un sudor ajeno a nactalina,
y me afilio a tus encantos, a tu sonrisa leve que impregna dulcemente
el desgaste de la madera y el papel pintado.
Un arcoiris marrón se clava en tu sexo
y las flores artificiales te frustran la aurora.
Este no es el sueño que esperabas, pero eres feliz,
y así sencillamente,
nos besamos articulamos nuestras lenguas,
desfallecemos, morimos, desaparecemos.

Un nuevo día,
un nuevo sol
en un sabor antiguo de postguerra,
el café está listo,
y los muertos seguimos llegando.

Re-coartada


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Vuela sobre el clavicordio
donde la constancia,
en incesante forma
da paso a la irremediable puta felicidad...

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Cultivo una palabra y espero el estallido
de la semilla a dos palmos bajo tierra,
tiembla la cordura y todo lo que pienso.

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Como un olor a funeral me recuerda
el sabor a chicle masticado
dos horas antes de besarte.

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Recobro el pulso
un icono solar en el pálpito,
vacías ya mis vísceras
comienzo una carrera contra el universo.

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Naufrago en tu axila,
y en tu vientre
como la penúltima
creación de dios.

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Ayer era siempre,
hoy es una hazaña
seguir existiendo.

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Mirarte entre sombras,
solo es la excusa
para mi ingravidez.

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La Huida

Miro estáticamente y siento las pupilas de nieve derramada,
el último que llegue al sol frustrará la huida...
Pero la noche nos persigue, no da tregua,
la noche y su vómito,
la noche de esquelas y formas,
la noche letal y cumplidora.

¡Quieto!

Solemnidad en los focos de un coche,
y otra vez llegamos a la vida.

Seguimos corriendo atravesando girasoles negros, cuerpos blandos,
la oscura primavera, arrecifes de hielo que corta nuestros tobillos
y el sabor a sangre en la garganta...
corre voz,
corre humo,
corre cuerpo,
Un geiser de palabras, después, un pulcro silencio.


Así en el hueso como en la carne.
amen.

miércoles, 7 de abril de 2010

Ciudad Jardín

Vivo en una ciudad de hombres ágiles
y de seres extrañamente vivos.
Vivo en una ciudad agonizante
letal y contenida,
donde cualquier mirada huérfana,
o cualquier bala extraviada te puede destrozar.
Pero en ocasiones he visto labios
que alimentaban besos en equilibrio,
y he oído reír a carcajadas,
he sentido el amor venciendo el odio,
he mirado antenas, cables y paradisiacos paisajes de metal,
ruidos audaces que frecuentadores de gargantas hermosas y frágiles
canciones y música de jazz
pero aún así el humo de cigarro sigue penetrando, penetrando.

Cumplido

Como una hermosa cicatriz
así son tus ojos.

Matarife

Derecho a matar.
cumplo el deseo de las jóvenes prostitutas del verbo.
Disparo a contrapelo,
la mordedura del diamante ejerce su magia sobre el lienzo cristalino de la carne.
Somos un enjambre de lecciones aplicadas en el claro-oscuro,
el último vestigio de vida...
Un duro golpe de suerte
y la esquiva muerte no concluye el epitafio ajeno,
cierro los ojos
una convulsión de relámpagos en mi pecho,
y la noche me penetra con toda su crudeza.

Expiación


Hay un camino igual a otro,
hay una piedra y una verdad igual a otra,
hay un precipicio que llega a una puerta,
que al abrirla encuentras una chica que se ruboriza,
se inflama y desaparece....

entonces ya no hay un silencio igual a otro...

no hay un camino igual a otro,
ni una piedra, ni un lugar,
ni tan siquiera la memoria,
ni la expiación.

Mujer Temible

La hermosa temible
con sus largos omoplatos apunto de tocar el otoño,
vomitando celebraciones paganas en el peso de la noche,
donde hombres y animales,
aprenden a respirar a bocanadas de aire fúnebre,
mecedores de cunas rotas,
aparejadores de abrazos suicidas,
amantes de una mujer temible.

La Servidumbre

Todo o nada, eso es lo que el señor cantor de voz grabe y acompasada le pidió a su sirviente nada más despertar.

Lo quiero todo, quiero tu alma hecha pedazos por las horas laborales que arrastran tus pezuñas de ciudadano íntimo e insignificante, quiero arrastrar tu alma por los fosos pantanosos de un país maltrecho y agonizante por una guerra nacida un 18 de julio de 1936, quiero desangrar cada segundo de tu tiempo, y hacer perecer la misericordia y el amor, como si de una autopsia se tratase.
Pero si todo esto lo quiero y lo puedo tener…
No quiero nada y no deseo nada.