Yo tengo un sueño y tú duermes.
Me levanto de la cama y preparo la ducha.
Mientras el agua cae recojo las horas,
las miento y las desmiento y regreso a ti.
Segundos más tarde entro por un espejo pequeño
que son tus ojos antes de despertar.
Me filtro silenciosamente con el aire que dilata tus pupilas.
Y tu nariz se enfría por recorridos de invierno.
Suena por tercera vez el despertador.
Seguimos abrazados y el mundo
se desparrama por las rendijas de la persiana.
Despierto definitivamente y real,
muero en tus labios y en la carne que tiembla.
Cuando sólo las palabras desordenan nuestras leguas.
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